En el Tres Soles – un hostal acogedor y con ruidos de niño – conocí a un par de artistas callejeros franceses – Rafa y Etienne - y mientras compartíamos un tintolio, comentaron acerca de lo difícil que resultaba conseguir pasaje para el Sur. Debían llegar a Valparaíso. Allí serían parte de la Primera Invasión Callejera. Dura – y cara - estaba la tarea para viajar al centro del país. Una oferta de la compañía aérea del aspirante a gerente general del país, me permitió llegar a “la colita” de la invasión callejera.

En la esquina de la avenida Pedro Montt y Edwards, en mera Plaza VICTORIA, se estaban gestando las últimas actuaciones de estos robin hood del arte. Cuando finalizaba su actuación y pasaba el sombrero – o la bolsa – TUGA se me acercó y al saludarlo a la manera colombiana – ¡que más, parse! – su blanca faz se lleno de risa. El mundo es un pañuelo.