Una mocha entre argentinos – altas voces, palabras de grueso calibre, gran gesticulación… y mas na’ dixit andrés caicedo - nos despabiló del modorriento y culebrero viaje nocturno (son nueve horas arriba de un bus bajando la cordillera de los andes). Los organizadores nos recibieron afectuosamente. Puedo decir con propiedad que compartí escenario con el circo de los hermanos norrea – los rioplatenses cirqueros – aunque fue sólo para dormir. El presupuesto no contemplaba item paracaidistico. Canje por alojamiento en escena y alimentación fué la oferta. Bien, ya estabamos allí y… nada, a echarle pa’lante no más.